Mis lecturas de febrero 2021

Llegando al final de febrero he conseguido terminar Etxeak eta hilobiak de Bernardo Atxaga, así que han sido tres libros:

Bajo el influjo del cometa – Jon Bilbao

Jon Bilbao ha sido un descubrimiento y ya tengo en la lista Basilisco, a ver cuándo lo puedo leer.

Con los cuentos de este libro me ha pasado como con los de Carver, los lees muy a gusto, sigues la historia de las relaciones y, de repente, terminan y te quedas con la sensación de que te has perdido algo, de que tienes que volver a leerlo para descubrir esas claves que te has saltado. No es que las historias estén inacabadas, es que sabes que hay más y no estás seguro de si te has dejado algo pendiente.

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El mar – Jon Banville

Tenía pendiente leer a Jon Banville. Lo tenía pendiente como Benjamin Black, pero me crucé con El mar y ese ha sido el que me lee leído, yo diría que para bien, aunque sigue pendiente algún libro de Benjamin Black.

El mar es un largo monólogo en el que el personaje, ya mayor, rememora su infancia, la relación con su mujer, con su hija y casi cualquier cosa que se le venga a la cabeza, porque realmente así es cómo funciona el cerebro: va saltando de un tema a otro sin demasiado control.

Es un libro corto y muy agradable de leer.

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Etxeak eta hilobiak – Bernardo Atxaga

Aspaldian es nuen euskaraz irakurtzen eta kostatu zait. Liburua, historio ezberdinak kontatzen ditu era independientean irakur daitezkenak, baina lotura daukatenak. Historio bakoitzeko pertsonaiak gurutzatzen dira beste historietan, leku eta denbora ezberdinetan, baina iragan komun izan zirenak.

Historiak erlazionatzeko modu hori Atxagaren beste liburuetan azaltzen da (bai, Obabakoak, adibidez) eta beti bezala trebeziaz idatzita dago baina ez zait horrenbeste gustatu beste liburuekin konparatuta. Dena den, komenigarria beti.

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Mis lecturas de enero 2021

No he dedicado demasiado tiempo a la lectura este enero, la verdad. Tengo varios libros empezados pero durante enero solo han caído 2 libros.

Dersu Uzala – Vladimir Arsenyev

Lo primero que habría que aclarar es que es un libro de viajes, no una novela. Lo tenía pendiente de hace años (no he visto la peli, que seguirá pendiente) y por fin he podido leerlo.

Recuerda a esos libros de aventuras del s. XIX, las expediciones al Ussuri que se narran son de 1902 a 1907, con Dersu Uzala, un cazador de la etnia hezhen, como buen salvaje donde su forma de vivir con la naturaleza se gana el respeto y el afecto de Arseneyev.

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Q – Luther Blisset

¿A quién no le gusta un buen libro histórico? En Q recorres los caminos de la Europa de principios y mediados del s. XVI durante el surgimiento del protestantismo y las luchas de la iglesia católica contra estos herejes y los equilibrios de poder con el emperador Carlos V.

Q fue un pelotazo en su momento y yo lo descubrí gracias a otro libro del colectivo de escritores que están detrás de Luther Blisset, Proletkult (firmado por Wu Ming).

Entretenido, aunque se ha hecho un poco largo.

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Amalgama del futuro

A veces no sale. Con el ala aleve de no sé qué cosa. Eso es una aliteración. Vacua, vaca, Baco, bacanal, vacante, vacaciones hinchadas, pinchadas, gaseosas, siseantes y sibilinos sacuden el sudor los siervos de Satán. Esto también es una aliteración. La parte final, desde “siseantes”. Y es que a veces no sale.

En el año tres mil tres los números se escriben del revés y se dirá tres mil tres, que es igual, pero no es lo mismo. Esto es ciencia ficción, porque ocurre en el futuro, y en el futuro la atmósfera es menos densa y con un pequeño paso avanzas decenas de metros o más. La cabeza también baila un poco, se tambalea como uno de esos muñecos hinchables. El futuro no sirve de mucho porque arrastra los problemas del pasado, que son los mismos que los del presente. Como mucho, se puede hacer un futuro en tonos ocres, o con abundancia de grises. El futuro tiene un decorado peculiar, pero pasado de moda. ¿Has visto películas de ciencia ficción de los años setenta? El futuro siempre es pasado. Esto puede ser una contradicción o simplemente la constatación de un hecho.

Si en ese futuro pasado hubiera vaqueros, serían vaqueros espaciales, si hubiera toreros, también serían espaciales y podrían torear a la luna, como seguro que le ha cantado algún poeta del pasado pasado. Si hubiera fontaneros, sería un atraso. No puede haber fontaneros en el futuro por muy pasado que sea. El futuro no es ni de los soviets ni de los fontaneros, esto conviene dejarlo claro porque si no, el pueblo se me rebela. Y, por dejarlo todo dicho de una vez, el futuro tampoco es del pueblo. Pueblo pusilánime, pisoteado, pisado, aprisionado, pelado y sin futuro. El pueblo debía gobernar, pero luego llegó el futuro, tan parecido al pasado, que acabó todo siendo muy parecido, pero no lo mismo, como el año tres mil tres.

El futuro se escribió hace tiempo. Cada nueva generación lo reescribe y emborrona, como si todos fueran zurdos y pasaran la manga por el escrito. Un estropicio. Al final el futuro es ahdfjhfkhseu ehrwuhk iuhkhjçñqle chis pum garabín. O cuarenta y dos (42), que vale para todo. También fue siete (7), treinta y tres (33) o seiscientos sesenta y seis (no puede escribirse eso… no no no). Se usan números porque son símbolos y son cortos. El futuro es corto y simbólico.

El futuro vino en un barco, de nombre extranjero que te encuentras en un puerto (espacial) al anochecer, porque el espacio es infinito y oscuro como boca de lobo. Una noche eterna, con estrellas, blink-blink (onomatopeya), que relucen desde su pasado, que no fue el nuestro porque ni siquiera estábamos allí. Como el dinosaurio, dirá alguno. Como el dinosaurio, listillo. Al final se trata de juntar ideas, encadenar palabras, poner la boca en el culo, engarzar el final con el principio, coger el pasado inmemorial (fíjate, de aquel entonces) que nos llevó al pasado grotesco que pergeñó un presente histriónico para empujar toda esta bola hacia un futuro kitsch y hortera.

Encadenar es enlazar, también atar, aprisionar, enjaular, encarcelar. “Niño, ven aquí y enlaza palabras”. Entonces no, entonces es como hilar. Coser palabras en papel de seda, con puntos (.), comas (,) y puntos y comas (;). Puntoscomas. Tojunto, como bancospaña, bancarrota, paticoja. A esto se llama… no sé, amalgama.

Panza de burro – Andrea Abreu

Portada de Panza de burro
Panza de burro – Andrea Abreu

Panza de burro es como se denomina en Canarias a ese mar de nubes grises bajas que cubre por completo el sol y sirve para limitar, también por arriba, el mundo de las dos niñas protagonistas de la historia.

Panza de burro es la historia de amistad de unas niñas limitadas a un barrio, a una cuesta, de la obsesión de la narradora con Isora, de lo que es importante a esa edad, de los detalles del barrio, de los personajes: de las abuelas, los perros, plantas, vecinos y los turistas de las casas rurales. De la ausencia de los padres y de la unión que se establece durante la niñez.

Es un libro realmente bello.

Y sí, no tiene aperturas de interrogativas, pone mesinyé y algunas otras cosas, nos descubre palabras como pepe y todo eso le da color sin entorpecer la lectura.

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